CRÓNICA ATLANTIC FEST 2019

CRÓNICA ATLANTIC FEST 2019

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Texto y Fotos: Carolina Martínez

«Siempre que venimos a Galicia hace sol, es porque las meigas son indies y están de nuestra parte«

Así comenzaba Marc Gili de Dorian, uno de los conciertos estrella de la noche, pero cuando viajábamos hacia A Illa, no lo teníamos tan claro.
Partimos el sábado por la mañana hacía el Atlantic Fest, todavía con las marcas del thunderbitch del viernes en el Loro Facu y el maravilloso recuerdo de Cala Vento en la mente. El camino se hacía un poco largo y no paraba de llover, así que el terror, se apoderaba un poco de mí, sobre todo pensando en el camping de batalla que el festival tenía preparado.


Pero como dijo Marc Gili, las meigas deben de ser indies y, efectivamente, recién llegadas A Illa, lucía un sol maravilloso. Comer, montar la tienda, recargar pilas y disfrutar un poco del entorno… La contra es que nos perdimos a La Bien Querida, pero el maratón de conciertos era demasiado exigente y había que prepararse…


Paseo y primera toma de contacto con el recinto. Encuentro con numerosos conocidos y sólo había un tema de conversación: la actuación el día anterior de La Zowi, para bien o para mal, no dejó a nadie indiferente, pero sí he de decir la verdad, escuché más críticas que loas para este espectáculo.

Nuestro primer concierto fue Marlon Williams.

Primera sorpresa de la noche. No tenía ni idea de lo que hacía y me agradó mucho ese espectáculo tan teatral que mostró que recordaba a una mezcla de David Bowie y Ford Fairlane (!!!???).
Tras él, contentas, esperábamos lo que para mí era uno de los platos fuertes del día: The New Raemon.

Aprovechamos esos ratos muertos entre banda y banda y decidimos acercarnos a la barra, y pasarnos a ver a Maria Rodés… Mala idea!!!

El escenario Alma Atlántica, sonaba mal, se veía mal y parecía un pequeño café de un chiringuito de playa. Las barras no mejoraban mucho, inaccesibles, saturadas y en cada visita más desprovistas de mercancía: ojo con lo que pides que, para la próxima, puede que no haya.
Así que después de pelearnos por algo fresco para combatir el calor, fuimos a ver a The New Raemon.

Hacía mucho que quería verlos y no defraudaron. Un repertorio brillante y una interacción genial con el público me dejaron más que satisfecha. Y contenta, corre, corre que empieza Dorian.

Todavía reciente mi último concierto de Dorian, he de decir que su espectáculo fue impecable, no me sorprendieron, exactamente la misma puesta en escena. Pero, aun así, lo disfruté mucho.
Entre Dorian y Apartamentos Acapulco teníamos un buen rato que era ideal para comer. Ideal, en un festival ideal ???

Al llegar a la zona de foodtrucks, casi nos da algo, colas interminables e inabordables. Imposible comer si quieres ver los conciertos. Por suerte, nos dieron el chivatazo que un chiringuito de playa justo al lado del recinto vendía comida y allí nos fuimos. Tortilla y empanada, a la orilla del mar y a precio de calle no de festival. La mejor decisión de la noche. Eso sí, ya soplaba un tremendo viento que hacía tiritar.

Una vez dentro del recinto nos fuimos a ver a Apartamentos Acapulco que me convencieron más que alguna otra vez que los había visto. Charla, risas a bailar y de aquí a Los Planetas.

Los Planetas se suponían lo más de la noche, sin embargo, a mí me aburrieron bastante con un comienzo de concierto totalmente plano en una carpa atestada de gente en la que la música se quedaba casi en murmullo. La cosa mejoró hacía el final, pero a mí me dejó fría.

No así Joe Crepúsculo, penúltima propuesta de la noche. Para mí uno de los conciertos más rotundos de la noche. Otro que repetía en el Atlantic Fest, coincidiendo hace dos años también con Los Planetas y Apartamentos Acapulco… Curioso no !!???

La gente bailó y se divirtió hasta decir basta y yo con ellos. Eso sí, bajo la amenaza de un Marisquiño 2, ya que, con tanto meneo, el escenario parecía un temblor de 7 en la escala de Ritcher. Lo disfruté y no veáis cómo!!! Tanto que me quedé hasta el último acorde y esto me costó no ver el comienzo de Love of Lesbian (ni siquiera llegar a las fotos del foso). Para mí, un error de timing.

En una carpa super atestada de gente, apenas pudimos ver a Love of Lesbian desde una esquina. Cómo siempre impecables, pero ante la terrorífica idea de esperar una hora por el bus de vuelta al camping, como nos contaron el día anterior, nos fuimos antes de que acabase el show de los lesbianos. Una pena.
Subimos al bus y al camping y amanecer como en el desembarco de Normandía. A lavarse al mar y venga salitre.

A Illa es un paraíso, sólo por eso, ya compensa venir. Además, si te aburres, en El Regueiro hay chupitos a 1 €.


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