MÁS ALLÁ DE CANCELACIONES…

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No nos pilla de sorpresa: hasta los más grandes han CANCELADO y se han rendido ante la situación de desastre cultural y crisis sanitaria, social y económica que estamos viviendo y que seguiremos viviendo en los próximos meses.

Resu, MadCool, Vida, BBK Live, Benicassin, Atlantic Fest, Primavera Sound, Vodafone Paredes de Coura, Nos Alive, Sinsal, Portamérica, Sónar, Sonrías Baixas, Castelo Rock, Rock Fest BCN, Tomavistas, Cruilla, WOS …TODOS (o casi todos) han caído…Y no sólo en España y Portugal, al menos en el resto de Europa ha ocurrido lo mismo … See you in 2021.

Muchos de ellos intentando tirar de fidelización de su público, salvando de alguna manera la devolución inmediata de los abonos y entradas, ya que existen diversos factores que complican el devolver tal cantidad de pasta en tan poco tiempo. Y asegurando la entrada para el curso que viene.

Algunos grandes anuncian ”versión virtual” con fines solidarios, cómo es el caso de Resurrection Fest, o tan sólo versión virtual avalada por ayudas gubernamentales; otros han aplazado sus primeras fechas y a día de hoy las dudas planean sobre las nuevas (FACELA Fest o Esmorga Fest); otros siguen en el aire, pero huele a cancelación (Ejem: Sonorama o Tsunami) y otros más pequeños y locales (ejem: Elas Son Artistas, 17º Ribeira Sacra o Silfest) buscan reinventarse o celebrarse de alguna manera dentro del marco legal y de incertidumbre en el nos movemos en estos últimos meses de total improvisación gubernamental… Nada ni nadie lo tiene claro todavía.

Lo que sí queda claro es que muchos pequeños festivales lo sufrirán bastante más, incluso sobre algunos planeará la sombra de la desaparición (así de triste y realista…)

Es una putada quedarse sin festivales para un asistente, una pena no ir de fiesta y disfrutar de tus bandas favoritas, pero bastante peor para todas aquellas profesiones que rodean la cancelación de un festival.

Detrás del que tú disfrutes de un buen puñado de directos, por supuesto están los músicos, pero también hay técnicos, montadores, pequeños negocios de hostelería, camareros, promotores, alquileres de equipamiento (sonido, luces, pantallas…), merchandising, publicitarios, marketing digital, seguridad, imprenta, serigrafías…. Muchos de ellos intentando salir del paso con diversas iniciativas y con unas ayudas precarias para un sector ninguneado que arrastra un mal endémico desde hace mucho.

Y, por supuesto, la economía de todo un pueblo o localidad que acoge estos eventos.

La música es un bien cultural que funciona como motor económico dentro de ese sector turístico al que hay que salvar sí o sí por su elevadísimo peso en nuestro PIB (algo bueno y malo a la vez… demasiada dependencia de un sector acarrea graves problemas en momentos de crisis)

Cómo comentaba antes , y en el caso de Galicia, se han anunciado versiones virtuales de algunos festivales (???) que se llevarán a cabo con ayudas gubernamentales. No es lo que más me apasiona, ni espero que sea el futuro (que algo si habrá…) pero quizás exista un trasfondo de ayudas indirectas para el sector.

Pero, el público verá más allá de su frustrado disfrute? Aprenderán promotores y organizadores de esta debacle pandémica??? Habrá reinvención y reestructuración?? Responderá el público a esa oferta/prueba virtual de cara a ideas futuras?? O quizás, en el momento del descubrimiento de una vacuna, de la adaptación vírica, de la inmunidad , o lo que sea… cuándo todo esto vuelva a la “normalidad anterior” volveremos a lo mismo como si nada hubiese ocurrido??? Léase: indestructible burbuja festivalera, competencias bestiales entre eventos, cachés hinchados hasta el infinito, a carteles pensados sólo y exclusivamente para vender entradas… O los promotores y organizadores volverán a la esencia con la que se iniciaron los festivales y dejarán atrás esos maratones y fines de semana masificados e infinitos llenos de bandas de las que sólo disfrutas el 20% al 100%???? Volveremos a ir a festivales donde la atracción no sea una noria, sino LA MÚSICA??

Y entrando en otro tema, todo ese público que llora un verano sin festivales, sabe que hay conciertos todo el año?? Qué hay bandas queriendo asomar la cabeza desde los, casi inexistentes ya, circuitos de salas?? Que son 365 días con música al pie del cañón?? Qué las salas (y las bandas) lo pasan muy mal porque apenas hay apoyo del público en muchos de sus eventos??? Por qué esas ayudas económicas festivaleras virtuales no llegan también a las salas?? O sí llegarán? Proliferarán esos anunciados “autoconciertos” ??

Y más inmediato, qué ocurrirá en estos meses inciertos con esos «mini aforos»?? A muchas bandas, tristemente, les dará igual, algunas no llegan ni al tercio de aforo SÍ! es una realidad. En una sala de 150, hay bandas que no meten ni 20 personas…

En esta post-pandemia apoyaremos a las bandas locales??? Porque dudo que en lo que resta de 2020 veamos a mucha banda internacional por aquí. Resultará rentable para sala, promotor y banda esta restricción de aforos y sólo contar con producto local?? El público (ya escaso en muchas ocasiones) acudirá sin temores a esos conciertos de la odiosa «nueva normalidad«??? Proliferará eso de compartir directo en sala con streaming de pago? Referente a esto último, personalmente, la magia del directo es el DIRECTO, hay sensaciones que es imposible transmitir a través de una pantalla.

Nos daremos cuenta de qué hay que apoyar a las “pequeñas bandas” más allá de las grandes estrellas «indies»??? Qué la cultura hay que apoyarla durante los 365 días del año, no sólo en los meses estivales??? Todos aquellos que se quejaban en redes de suspensiones y cancelaciones realmente pisaban y pisarán alguna sala más allá de los grandes eventos?? Dejaremos de tratar a la cultura y a sus profesionales como algo de segunda?

Demasiadas preguntas dentro de un contexto de crisis brutal que se nos viene encima. Lo que está claro que han sido momentos de reflexión y encierro, pero creo que olvidamos pronto y esto es cómo los propósitos de año nuevo: mucha fuerza y ganas al principio pero, dos semanas después, vuelta a la rutina y a cometer los mismos errores. Somos animales de costumbres, pero hay hábitos que, en muchos de nosotros, todavía no se han convertido en costumbre. 


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